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“Es fruta más de golosina que de sustento; porque aunque se coma un hombre una canasta de pacaes, no se satisface ni le causa hastío”.
Bernabé Cobo, a mediados del siglo XVI
Figura 1. El Pacay es el fruto de un árbol homónimo. Una vaina alargada y verde contiene pepas o semillas recubiertas por una membrana blanca muy dulce y agradable.
El pacay o pacae, jinicuil o guaba, Inga feuilleei, es un árbol mimosáceo de la familia de las leguminosas que se encuentra en América del Sur y en América Central. De él nacen grandes vainas de color verde oscuro, duras, de 3 a 5 cm de largo, en cuyo interior se encuentra el fruto comestible, como un algodón de color blanco embebido en néctar con alto contenido de agua, que recubre una semilla o "pepa" negra, lisa y dura.
El árbol de pacae crece hasta los 15 metros de altura, su tronco es bajo y ramificado casi desde la base. Sus frutos son muy apreciados en el mundo rural. Es muy común ofrecerlo a los viajeros en buses interprovinciales. Asimismo, es divertido el reto de cosechar vainas de pacae en árboles de altura considerable, usando palos con ganchos o derribarlos con piedras u algún otro objeto arrojadizo.
Es común encontrarlos en el territorio peruano, entre la costa norte y central como también en la selva.
La evidencia más antigua de pacay en el Perú proviene del sitio de Nanchoc, ubicado en el valle de Zaña, departamento de Lambayeque. Si bien no se ha encontrado evidencia directa de este fruto, se ha reportado almidón de pacay contenido en restos de sarro de molares procedentes de esqueletos de dicho asentamiento. Dichos molares fueron fechados por radiocarbono, arrojando una antigüedad que oscila entre los 7142 y 5,802 a.C. Según estos datos, el consumo de pacae en el país tiene al menos 8000 años.
El pacay ya era ampliamente consumido durante el periodo precerámico tardío. Se ha encontrado evidencia de pacae en los sitios de Bandurria (valle de Huaura), Caral (valle de Supe), Cerro Lampay (valle de Fortaleza) y Salinas de Chao (valle de Chao), en la época donde se construyeron los primeros centros ceremoniales antes de la introducción de la cerámica en el Perú, hacia el 1800 a.C.
Culturas tales como Cupisnique, Paracas, Moche y Chimú, entre otras, representaron este importante fruto andino en su iconografía y cerámica.
Figura 2. Cerámica escultórica de Pacae de época Mochica (200-800 d.C). Pieza ML006665 del Museo Larco.
Cuando los españoles llegaron, lograron identificar la importancia del pacay, logrando identificar su cultivo en los valles interandinos de la costa y sierra peruana. Tanto es así que Pedro Pizarro, hermano del conquistador, cuenta que Atahualpa envió a Francisco Pizarro una canasta de pacay como obsequio. Más tarde, el obispo de Trujillo en el virreinato del Perú, Baltasar Jaime Martínez Compañón, registró este fruto en su famosa obra “Trujillo del Perú (Cobo, 1956)”.
Figura 3. El pacay registrado por Martínez de Compañón. Nótese que muestra el árbol y las hojas, así como la flor de la cual nace la vaina que contiene al fruto.
El pacay tiene numerosos beneficios. La capa blanca que envuelve la pepa es de bajo poder calórico y por tanto recomendable para las dietas de pérdida de peso, reduce el colesterol y es rico en fibras. La pepa o semilla controla la caída del cabello, puede prevenir el reumatismo, es rica en antioxidantes e incrementa la inmunidad.
Cobo, B. (1956). Historia del Nuevo Mundo. Primera parte: Vol. XCI (F. Mateos, Ed.). Ediciones Atlas.
León, E. (2013). 14,000 años de alimentación en el Perú. Universidad de San Martín de Porres.
Martínez Compañón, B. (1998). Trujillo del Perú. Agencia Española de Coorperación Internacional.